Las personas
escuchan un programa de radio y son leales a él, no por la emisora en la que
está transmitiéndose, y sí, por el programa en si mismo. Me explico,
curiosamente la lealtad de los radioyentes está en el programa y su contenido,
y no en el formato de programación de la emisora.
El oyente es más selectivo, y
por ende, más viajero. Fluye y transita por las ondas radiales buscando el
programa que más se relacione con sus intereses, necesidades, preocupaciones,
aspiraciones, estilos de vida, y sobre todo, que más compromiso y respeto le
brinde.
Para que una
persona le brinde su lealtad a un programa, éste tiene que tener significado,
sentido, importancia y relevancia. Segundo, el programa tiene que
diferenciarse, tiene que distinguirse, ser la mejor opción. Y tercero, cumplir
con la promesa de calidad y de compromiso con la audiencia.
¡No todo se escucha y no todo se vende!